A Daniela de la Puente Luna,
en sus veinticuatro años
En una tarde bailaba
sobre un tablado Daniela,
era un tablado situado
en una tarde perfecta:
en los altos de su casa
resonando por doquiera
mientras yo en el primer piso
sin verla gritos sintiera.
A trabajar yo había ido
a revisar de Etiqueta
Negra varios artículos
con Jose en la biblioteca.
Es José Carlos su hermano
y amigo mío de veras
pues evitó presentarnos
hasta que días se fueran;
días larguísimos, días
como la esquina que quiebra
al tornar nos el camino
y ver que el cabo no llega.
Pero al fin llega, trayendo
en el final de la espera
romance de veinticuatro
años y versos que vuelan.
Escribí este romance el 5 de marzo de 2007, aunque el cumpleaños de Daniela fue antes.