El mercenario nocturno sentía la materia tras de su ojo derecho. A lo lejos, la sensatez lo ve, se le aproxima, le pregunta:
—¿Renuncias a la noche y a todas sus obras?
Y el mercenario:
—Sí, renuncio.
Ardes, sed. ¡Ra!
El mercenario nocturno sentía la materia tras de su ojo derecho. A lo lejos, la sensatez lo ve, se le aproxima, le pregunta:
—¿Renuncias a la noche y a todas sus obras?
Y el mercenario:
—Sí, renuncio.
Hola Álvaro! que bueno encontrarte en tu blog. Espeo poder ir leyendo poco a poco lo que has escrito