Adiós, inocencia

¿En qué momento dejamos de ser niños?

Alerta de espóiler

Au revoir les enfants, de Louis Malle, es una película sobre la pérdida de la inocencia, sobre cómo dejar atrás la niñez para «volverse grandes» implica tomar conciencia de las consecuencias de nuestros actos en un mundo frágil, de cuyo resquebrajamiento todos somos culpables.

Vemos un grupo de escolares de un internado religioso en la Francia de Vichy que viven en una burbuja de confort y buena educación hecha por sus padres, ocupados en mantener sus fortunas en medio de la invasión nazi. Una burbuja de canicas, revistas, estampillas, cigarrillos y objetos prohibidos proporcionados por Joseph, el empleado cojo y poco agraciado de la cocina, que roba las provisiones del colegio para echar a andar el mercado negro en el que los alumnos participan dándole los víveres que sus padres les envían, y que a Joseph le sirven para seducir chicas en una época de escasez. Una burbuja, quizá también, hecha por la sociedad francesa misma, que sostiene a la clase social de los niños del colegio a costa de personajes como Joseph. 

A nosotros solo nos queda mirar nuestra infancia, recordar cómo la perdimos y reflexionar si valió la pena la pérdida

Esa burbuja explotará para siempre en el mundo de esos niños. Todo comenzará con un acto de caridad: el padre Jean, director del colegio, esconderá a tres muchachos judíos en el plantel y los hará pasar por católicos. Uno de ellos, Jean, se convertirá en íntimo amigo de Julien, el primero de la clase y líder del grupo, luego de superar la inicial rivalidad entre ambos gracias a su pasión por los libros, que les dan tema de conversación. En ese proceso, Julien descubrirá que Jean es judío y qué cosa es ser judío. Muy pronto conocerá también las consecuencias de serlo en Europa en aquella época: el mercado negro de la escuela saldrá a la luz, el padre Jean despedirá a Joseph, quien, en revancha y buscando sobrevivir, denunciará a la institución ante los nazis, que harán una inspección en el colegio y encontrarán, debido a un error involuntario e inocente de Julien —el último de su vida como niño—, a Jean.

Ya en el patio del colegio, ante todo el plantel en formación, el padre Jean y los niños judíos se irán arrestados por los nazis. «Au revoir mon père!», dirán sus compañeros tímida y aisladamente al inicio, decididamente y al unísono después. «Au revoir les enfants», les dirá el director al detenerse un instante y despedirse, antes de desaparecer para siempre tras la puerta del colegio.

Ese instante es un momento de sacrificio. El padre Jean y los niños judíos pagan el precio del crecimiento de Julien y sus compañeros, que caen recién en la cuenta de su responsabilidad en el mundo, de cómo sus acciones cotidianas con Joseph tejieron ese desenlace terrible. Por eso los títulos que tuvo el filme en España (Adiós, muchachos) y en Latinoamérica (Adiós a los niños) traducen de manera cooperativa el cabal significado del título original francés.

A nosotros solo nos queda mirar nuestra infancia, recordar cómo la perdimos y reflexionar si valió la pena la pérdida.

Cine de ficción, drama

Louis Malle (dirección, producción, guion). Au revoir les enfants [Adiós a los niños]. Francia, Alemania Occidental, Italia, 1987.

Puntuación: 5 de 5.

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