A veces ya no puedo con el día.
Me aburre transcurrir sin altercado,
chequear condensadores lado a lado,
hacerle los recados a mi tía.
Me aburre ya esta arena en demasía.
Me aburren los androides que he comprado.
Me aburre pulular sin otro hado
que verme una vez más sin osadía.
Entonces salgo al filo de la noche
a donde nadie nadie pueda verme
este desasosiego en que me encuentro;
a donde el doble ocaso no reproche
el mío en esta hora en que no duerme
el ansia que me come por adentro.