Hold the door!

Alerta: Destripe de historia

Una de las mejores cosas de las ficciones de tipo medieval —así sean fantásticas como Game of Thrones— es que al estar alejadas de nuestro mundo moderno, industrial y democrático, nos traen el retrato de la antigua y difícil realidad estamental y feudal, donde las personas no eran tan personas como ahora, individuos de igual valía, iguales ante la ley y que deberían gozar de los mismos derechos y oportunidades, sino que valían en función del estamento o grupo social al que pertenecían y se regían según las leyes particulares de dicho estamento, llámese nobleza, clero o plebe.

Es en este último grupo que vimos en un episodio anterior a un joven Hodor, o Wylis, de una familia de sirvientes. Wylis estuvo siempre llamado a seguir la vida de los suyos; no importa que él quiera jugar a la esgrima con los jóvenes señores Stark (algo que a Ned le pareció una buena idea): al final él es un chico de los establos y los pequeños señores deben «dejarlo ser», dejarlo desempeñar su rol social natural.

Porque siempre hay una puerta que sostener

Toda su vida, Wylis ha obedecido las órdenes que le han dado, tal como siempre se ha esperado de alguien de su condición. La sociedad en la que vive hace de él un hombre sin voluntad, sin mayor capacidad de acción: Wylis nace como Hodor en el momento en que muere (literal y metafóricamente) obedeciendo la orden de sostener esa puerta para que su joven amo Bran Stark pueda vivir, y, de hecho, a causa de una imprudencia de este. ¿Es Hodor un héroe? ¿Hay heroísmo en sostener una puerta obedeciendo una orden? Sentimos que sí. Queremos creer que sí. Queremos pensar que aunque Hodor sea bruto y gracioso y no parezca comprender muy bien lo que sucede, hay una natural nobleza en él que lo lleva a sostener esa puerta para que Bran viva, y pueda así encontrarse con su destino, mientras que el rol de Hodor, en la sociedad y en nuestra historia, se ha cumplido ya.

Luego apagamos el televisor y nos lavamos los dientes lamentando la suerte de Hodor; y mientras vemos el smartphone o la tableta o la laptop para responder correos o ver los comentarios en Twitter con la etiqueta #HoldTheDoor, nos sentimos más aliviados de que los siglos hayan pasado y la Edad Media haya quedado muy atrás y ya no exista la sociedad estamental, que anclaba a las personas a una vida inflexible que sofocaba sus voluntades, y nos alegramos de que en cambio nosotros vivamos en un mundo moderno, industrial y democrático en el que todos somos iguales y gozamos de los mismos derechos y tenemos las mismas oportunidades… hasta que vemos que se nos ha hecho muy tarde ya tonteando por internet, y ya no dormiremos las ocho horas que queríamos dormir, porque mañana a primera hora deberemos levantarnos para ducharnos, vestirnos, quizá desayunar, y correr para que el tráfico no nos atrape y lleguemos a tiempo a marcar nuestro ingreso a la oficina, donde no habrá caminantes blancos ni muertos vivientes con lanzas y hachas que caminen por las paredes, pero donde otras personas nos indicarán qué puertas debemos sostener. Porque siempre hay una puerta que sostener. Siempre hay un hijo que desearíamos que estuviera sano o que sacara mejores notas o al que no le pegaran sus compañeros, y sin embargo está ahí con sus problemas, esperando la guía y la ayuda de sus padres para contener esa puerta. Siempre hay un padre a quien desearíamos ver con mejor salud o mejor jubilación disfrutando de lo que le queda de vida, pero a quien debemos dedicar tiempo y energía para ayudarle a sostener esa puerta. Siempre hay un novio o novia o pareja a quien quisiéramos ver feliz a nuestro lado, pero cuyos problemas sin embargo no le abandonan y se tornan nuestros también y la puerta está siempre junto a nosotros, haciendo un golpeteo. Y a veces la puerta está más bien dentro de nosotros, y nadie nos ayuda a sostenerla, o siquiera a avisarnos de que está ahí, y la dejamos abierta y lo que sale tras ella nos consume. Siempre hay una puerta que sostener: podemos esforzarnos tras ella, o renunciar y soltarla.

El lunes ha empezado ya, la puerta está sonando.

Serie de ficción, drama

Game of Thrones, temporada 6, episodio 5. HBO.

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