Sextina del cumpleaños. Canta el Tiempo

Carpe diem
Horacio

Ahora que sumaste a tus años
este otro, además de algunos días,
es raro imaginar que en cosa de horas
constantes llegarás a doce meses,
y nadie que estuviera bien de mente
diría que ha envejecido tu cuerpo. 

Lo cierto es que aunque entero sea el cuerpo,
se gasta con el paso de los años.
El cambio es paulatino, y tu mente
no suele discernirlo entre los días;
tampoco suele hacerlo entre los meses
y acaso nunca al paso de las horas.

¡Las horas! Qué insuficientes las horas
para satisfacer la sed del cuerpo.
Quisieras que las horas fueran meses…
¡Qué meses! Que fueran mejor como años,
y en cambio tienes máximo unos días
y otras preocupaciones en tu mente.

Son las preocupaciones en tu mente
eso que te consume a todas horas
pensando que ya faltan pocos días
para esto o aquello, mientras tu cuerpo
muy quedo cede al paso de los años
y así van sucediéndose los meses.

Si acaso en un trabajo estás por meses,
ahí sí lo ve con claridad tu mente
pues ha acabado ya. Pero los años
de tu vida huyen en forma de horas
y dejan en el fondo de tu cuerpo
las huellas de los actos de tus días.

La semana es solo siete días.
El largo año es apenas doce meses.
La vida entera es eso que un cuerpo
siente irse en presencia de la mente
mientras que el pasadizo de las horas
abre y cierra las puertas de los años.

Ve los años como si fueran días.
Atrapa de los meses en tu mente
las horas que carcomen ya tu cuerpo.

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