A Luis Castañeda Lossio, alcalde ausente de Lima
A los afectados por las lluvias, la estupidez y la corrupción
La mucha intensidad con que las lluvias
descienden a lo largo de los cauces
ya forma y alimenta nuevos huaicos
que surcan cuesta abajo por la costa,
llevándose de súbito a la gente
envuelta en los escombros y en el lodo.
Toda esta suciedad, todo este lodo,
aciaga obra parece de las lluvias,
injusta punición sobre la gente
que vive y malvive por los cauces
resecos del desierto de la costa
hasta el advenimiento de los huaicos.
Sonora es la venida de los huaicos
y densa y quieta capa es la del lodo
sobre las poblaciones de la costa,
acaso no habituadas a las lluvias
sino a la gran pobreza de los cauces,
impropios para casas de la gente.
Sonoro es el clamor de mucha gente,
acaso más altivo que los huaicos
cuando se hace evidente que los cauces
muy arduos de sus vidas otro lodo
encuentran que ha venido y no de lluvias,
sino de otros lugares de la costa.
Encuentran que otros viven muy a costa
de las necesidades de la gente,
ya ven que su codicia es cual las lluvias
que nutren con constancia turbios huaicos
y que la densa capa de su lodo
ahoga y les niega nuevos cauces.
No quedan en la hora muchos cauces
por donde discurrir con justa costa.
No queda en este valle más que lodo
que debe ser limpiado por la gente,
no sea que la avalancha de los huaicos
nos deje a la merced de peores lluvias.
Las lluvias correrán por nuestros cauces.
Que a costa nunca más sea de la gente.
Los huaicos nunca más dejen su lodo.