Julio es un mes que me gusta mucho: no solo es el mes del día nacional del Perú, sino también de Francia, un país que quiero y admiro mucho, a pesar de los graves problemas que enfrenta, como cualquier otro país. Julio es así un mes excelente para celebrar la riqueza de ambos países, y también para compararlos, a fin de descubrir qué cosas andan bien y mal en ambos lados.
Comparemos por ejemplo dos discursos recientes. ¿Qué tal los de un futbolista francés y un parlamentario peruano? Un congresista debe ser más sabio y articulado que un futbolista, ¿cierto? Veamos.
El futbolista francés de ascendencia guineana Paul Pogba dijo en casi perfecto español lo siguiente sobre el equipo peruano, al que venía de vencer el 21 de junio en el mundial de Rusia:
«Yo creo que es un equipo muy fuerte, muy sólido, que juegan todos unidos, con jugadores de calidad. Y puedo decir mala suerte también por el primer partido que fue muy importante para ellos. Pienso que ese partido contra Dinamarca tuvo que ganar. Pero, como he dicho antes, mala suerte» (Correo, 28 de junio del 2018).
Pogba habla en un contexto en el que Perú estaba ya eliminado, luego de perder con Dinamarca y luego con Francia, que siempre fue el favorito del grupo. ¿Era Perú un buen equipo a pesar de la eliminación? Para Pogba, sí lo era. El seleccionado francés ofrece una dialéctica impecable:
- Tesis: Perú es buen equipo (sus jugadores tienen calidad individual, colectivamente funcionan bien), teóricamente tiene todo para avanzar a segunda fase en vez de Dinamarca.
- Antítesis: No se dio, Perú no le ganó a Dinamarca y no avanzó.
- Síntesis (conclusión): Perú no perdió por malo, sino por pura mala suerte.
Escuchemos a continuación al congresista peruano Francesco Petrozzi, de Fuerza Popular, en su intervención en la Comisión de Educación del Congreso del 4 de julio:
Aquella reunión era para escuchar las explicaciones de Daniel Alfaro, ministro de Educación, sobre cómo se generan los contenidos de los textos escolares del nivel de educación básica, cuestionados por su calidad y por diversos sesgos políticos e ideológicos. En ella, Petrozzi se lamenta de que en la comisión no se hablara de la calidad educativa. Uno pensaría entonces que el congresista iba a identificar las causas de nuestra deficiente calidad educativa, iba a explicar por qué nuestro sistema no cumple su misión de educar, es decir, por qué no brinda conocimientos esenciales para la vida personal, profesional y social, además de habilidades intelectuales. En vez de eso, Petrozzi soltó una serie de ideas que me abstendré de referir, ya que pueden seguirse en el recuento de Expreso o en el espléndido análisis de Ernesto de la Jara Basombrío. El problema del «discurso» de Petrozzi es que, en vez de hilvanar un razonamiento (como hace Pogba), cae en lo siguiente:
- Suelta ideas tangenciales que no explican el problema de la deficiente calidad educativa (problemas de edición o impresión).
- Suelta ideas populistas y fuera del tema de debate (mala gestión ante la crisis del friaje).
- Y lo más grave, que todas sus afirmaciones son una colección de pseudoverdades. Es cierto que más allá de las diferencias étnicas y de género u orientación sexual todos somos humanos y peruanos; es cierto que nadie tiene la verdad absoluta y en consecuencia debemos ser tolerantes y dialogar; es cierto que a los jóvenes no se les debe adoctrinar política o religiosamente y más bien se les debe enseñar a pensar por sí mismos. Nadie se va a oponer a eso. Lo que está mal es que Petrozzi desconozca u oculte el hecho de que ese reconocimiento del otro, ese diálogo y ese pensamiento crítico no pueden realizarse en abstracto (Petrozzi al parecer olvidó que el hombre es un animal político), sino que deben hacerse sobre la base de un relato oficial y unos contenidos esenciales que el Estado quiere transmitir, y que deben estar basados en los hechos y ser constructivos, a fin de ayudar a los alumnos a entender qué ha pasado en nuestro país, cómo somos los peruanos y cómo deben conducirse en la vida, a fin de alcanzar la felicidad. Cuáles son esos contenidos y qué características deben tener es lo que se esperaba escuchar del congresista Petrozzi, en vez de los paralogismos vacíos que nos dio.
¿Por qué el futbolista francés es capaz de comunicar un discurso claro y lógico mientras que el congresista peruano apenas puede gritar enunciados falaces? No lo sé. Lo que sí sé es que es digno de aplauso un país que puede acoger a un hijo de inmigrantes y desarrollar todas sus potencialidades, además de un pensamiento articulado que le permite entender la realidad y ser empático con un país que, a diferencia del suyo, no puede celebrar una victoria deportiva en su mes nacional.
Si clasificaremos o no al siguiente mundial es incierto. Lo que no puede seguir siendo incierto es si el Perú llegará al Bicentenario en el 2021 siendo o no capaz de darles victorias educativas a los propios peruanos, tal como Francia pudo hacer con los hijos de sus inmigrantes.
Imagen de cabecera: Paul Pogba celebra su gol en la final de Rusia 2018. Foto: Getty Images.